Blas de Lezo
Marino español
Blas de Lezo nació el 3 de febrero de 1687 en Pasajes, Guipúzcoa (España), aunque existe controversia sobre el lugar y el año de su nacimiento.
En 1701 ingresó como guardia marina y tres años después inició su carrera militar siendo todavía un adolescente.
En aquellos años, en España se sucedía una guerra entre la dinastía de los Austrias y Borbones por conseguir la corona tras la muerte del rey Carlos II, sin descendencia.
Cuando ya había comenzado la guerra de Sucesión española, y tenía diecisiete años, se enroló de guardiamarina al servicio de la escuadra francesa al mando del conde de Toulouse y entró en combate enfrentándose a las fuerzas combinadas de Inglaterra y Holanda en batalla librada frente a Vélez Málaga, en la que perdió la pierna izquierda. Fue una dura batalla en la que una bala de cañón se llevó su pierna, pero aun así continuó en su puesto de combate. Más tarde se le tuvo que amputar, sin anestesia, el miembro por debajo de la rodilla. Cuentan las crónicas que no profirió lamento durante la operación.
Fue ascendido a alférez de navío y pronto pasó a ser teniente de navío participando en la defensa de Tolón. Perdió un ojo en la fortaleza de Santa Catalina de Tolón mientras luchaba contra las tropas del príncipe Eugenio de Saboya. Tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le alojó en su ojo izquierdo, que explotó en el acto. Perdió así para siempre la vista del mismo, pero quiso continuar en el servicio y no abandonarlo.
Ostentó el mando de diversos convoyes que llevaban socorros a Felipe V, sitiado en Barcelona, burlando la vigilancia inglesa sobre la costa. En 1713 le ascendieron a capitán de navío, y pasado un año, le destinaron a Barcelona. La guerra de Sucesión había prácticamente finalizado con la firma de la paz con Gran Bretaña, pero Cataluña seguía en armas por los partidarios de la casa de Austria. El marino participó en varios combates y bombardeos a la plaza de Barcelona. En uno de ellos, el 11 de septiembre de 1714, se acercó demasiado a las defensas enemigas y recibió un balazo de mosquete en el antebrazo derecho que le rompió varios tendones y le dejó manco para toda su vida. Así, y tras quedarse cojo, tuerto y sin mano, Blas de Lezo pasó a ser conocido como el «almirante Patapalo» o el «Mediohombre».
Cuando finalizó la guerra de Sucesión, se le confió en 1723 el mando de la escuadra y el generalato del Mar del Sur, donde se le encargó la limpieza de piratas de las costas del Pacífico. En 1730 fue ascendido a jefe de escuadra. En 1732 se puso al mando de una escuadra de siete navíos para tomar Orán. En 1734 el rey premió sus servicios promoviéndole a teniente general de la Armada. En 1737 volvió a América como comandante general de Cartagena de Indias, plaza que tuvo que defender de los ataques del almirante inglés Edward Vernon.
Cartagena de Indias era el centro del comercio americano y donde confluían las riquezas de las colonias españolas. Los británicos, ansiosos de conquistar el territorio, aprovecharon una afrenta a su imperio para intentar tomar la ciudad. El pretexto fue el asalto a un buque británico propiedad de un contrabandista británico cuyo barco, el Rebecca, había sido apresado en abril de 1731 por un guardacostas español, que le confiscó su carga. La oposición parlamentaria y, posteriormente, la opinión pública sancionaron los incidentes como una ofensa al honor nacional, y fue excusa para declarar la guerra a España. Los ingleses armaron una formidable flota jamás vista al mando del almirante inglés Edward Vernon. La armada estaba formada por 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000 milicianos más de los EE. UU., mandados estos por Lawrence, hermanastro del presidente Washington. En 1741, las defensas de Cartagena no pasaban de 3.000 hombres, 600 indios flecheros, más la marinería y tropa de infantería de marina de los seis navíos de guerra de los que disponía la ciudad: el Galicia (que era la nave capitana), el San Felipe, el San Carlos, el África, el Dragón y el Conquistador. Tras duros combates, finalmente, Vernon abandonó derrotado las aguas de Cartagena de Indias con, según los datos oficiales, unos 5.000 ingleses muertos. Sin embargo, es difícil creer que la cifra sea tan baja, ya que el oficial tuvo que hundir varios navíos en su huida debido a que no tenía suficiente tripulación para manejarlos y no quería que cayesen en manos españolas. La vergüenza fue tal para el país que se tomaron medidas para acallar la derrota: el rey Jorge II prohibió todo tipo de publicación sobre la batalla.
Sus desavenencias con el virrey de Nueva Granada, Sebastián Eslava, que le negó varias peticiones y le puso en entredicho, labraron la caída en desgracia de Blas de Lezo en la corte. No tuvo tiempo de sufrirla mucho, porque la misma peste que había hecho mella en el enemigo se lo llevó por delante el 7 de septiembre de 1741 en Cartagena de Indias. Murió en el olvido, sin cobrar las pagas atrasadas y dejando casi a la intemperie a su familia.